No hay nada más doloroso para una madre que enterrar a su hijo, ese momento representa un sufrimiento indescriptible que no se puede comparar.
Alexis Marrino es una joven de 22 años de Rapid City e Dakota del Sur, su vida se llenó de tinieblas cuando tan a solo una hora y diez minutos de haber dado a luz su pequeño angelito muere debido a la anencefalia, una afección que afecta el desarrollo de la médula espinal y el cerebro.
El raro trastorno afecta a tres de cada 10.000 embarazos en los Estados Unidos.
La trágica noticia dejó devastada a esta madre, sin embargo, decidió hacer algo realmente increíble que ayudaría a cientos de bebés que nacieron prematuros. Alexis se extrajo 33 litros de leche materna durante siete semanas, el tiempo de permiso que le dieron antes de volver a trabajar.
Baby Mckinleigh Marrino nació el 29 de julio del presente año.
Alexis y su esposo Michael Marrino conocían el diagnóstico de su pequeña bebé, a quien llamaron McKinleigh.
Cuando la madre supo el grave diagnóstico no sabía si interrumpir su embarazo o dar a luz, su mayor deseo era amamantarla y tenerla en sus brazos, así que decidió continuar con el embarazo, en medio de su dolor y complejo proceso emocional se sintió afortunada de poder ayudar a otros bebés.
A las 20 semanas de gestación descubrieron que la bebé no tenía actividad cerebral. No existe tratamiento para la anencefalia, los bebés diagnosticados nacen muertos o solo viven unos días.
La joven siempre supo que cuando saliera embarazada quería amantar a sus hijos con su propia leche, como ya había pensado almacenarla podría donarla. Lo más complejo fue bombear toda la leche, comenta que fue un proceso estresante y un poco frustrante.
Durante una hora y diez minutos, tiempo que vivió la bebé, sus padres no dejaron de abrazarla.
Para Alexis, los primeros días fueron todo un desafío, pero después de un par de semanas extraer la leche se había convertido en parte de su rutina diaria.
Extraer y almacenar la leche de alguna manera había ayudado a canalizar sus emociones, saber que iba destinada a ayudar a bebés prematuros con dificultades la hacía sentir afortunada. Al respecto señala:
Muchas mujeres tienen problemas para extraer la leche después de perder a un hijo y realmente no tuve ningún problema con respecto a la depresión y cosas así”.
A Alexis le ayudó mucho pensar el destino que tendría toda la leche que estaba extrayendo, cuando terminó el proceso confiesa que se sintió un poco vacía porque lo hizo por mucho tiempo, al final se sorprendió de todos los litros que bombeó.
Para la joven pareja la hora y diez minutos que pasaron con su bebé fue un tiempo valioso y de calidad, su pequeño angelito ahora está en el cielo y su madre ha ayudado a cientos de niños. Una pérdida nunca es reemplazable, pero la satisfacción de ayudar a quien más lo necesite puede ofrecer un gran consuelo.
Sin duda, son las pequeñas cosas las que hacen la diferencia. Ayúdanos a compartir la nota para que todos conozcan de este maravilloso gesto.
Compartir en Facebook Siguiente